jueves, 20 de febrero de 2014

Batallas Morales

El hombre con el que hablo ha dado muchas batallas morales y, con 65 años de edad, sigue siendo un admirable luchador socioeconómico. Sentados en la última fila, asistimos al acto en el que los currantes de este periódico reciben un premio por la brega para salvarlo del cierre al que lo llevaban especuladores y bandoleros. Antes y después conversamos sin repasar los años sin vernos ni recurrir a la nostalgia de aquella iniciativa suya llamada Asamblea Civil de Andalucía que 20 años atrás avisó de problemas que ahora costarán más esfuerzos solucionarlos. Me dice que está planteándose realizar una nueva huelga de hambre y pensando en su edad le argumento que no debería hacerla porque han moldeado una sociedad en la que nadie escucha y menos quienes participan en cualquier estadio político o profesional de las administraciones. El premio lo entregó la presidenta de la Junta de Andalucía, de quien se repite que tiene el don del liderazgo, y coincidimos en que Susana Díaz debería utilizarlo para transformar la administración burocrática en una administración de impulso en la que el criterio principal y casi único sea la generación de trabajo. La filosofía es de Michael Jordan: «El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos». Nos despedimos con la intención de vernos de inmediato y vuelvo a casa con su pequeño engaño: la huelga de hambre la tiene planificada, será itinerante por toda Andalucía y con el propósito de levantar pacíficamente a los andaluces. Me inspira la búsqueda de una libreta de anillas con citas andaluzas: «En tiempos no muy lejanos, el éxito se fundaba sobre la entereza, la audacia y aun la exageración en la defensa de las ideas. Hoy se concede el aplauso a las cualidades opuestas, las tendencias indefinidas y acomodaticias, las formas suaves y templadas, una transformación que parece señalar un gran progreso, pero que en realidad significa un gran mal». Tan realista que parece dedicada a Paco Casero, pero escrita por Ángel Ganivet antes de suicidarse en 1898.

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